Estimado amigo:
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo, mujer no entendida por la sociedad, rechazada en todos los aspectos de la vida, me he visto obligada a sobrevivir a base de hurtos y engaños, llevando así una forma de vivir que deja todo que desear.
Desde los inicios de mi vida, por la baja clase social en la que me veía inmersa me he visto obligada a esconderme del mundo, buscando así una forma de sobrevivir, aparte de diversos hurtos que me ayudaban a nutrirme y por lo cual a seguir con vida, ya que mis padres no se preocupaban, como los padres normales, por mí.
Cuando alcance la edad de 8 años, mis padres, considerados "deshechos sociales", decidieron que lo mejor era dejarme en manos de la sociedad, aquella que tanto me repudiaba. Así paso el tiempo hasta que cumplí los 16 años, durante esta etapa de mi vida aprendí muchas cosas, la más importante fue la de no darle importancia a aquello que decía la gente, pues de ella no vivía y si quería realmente cambiar sus opiniones, debía creer en mi mismo y cambiar, ser alguien entendido en este lío de mundo y salir adelante.
Así pasó el tiempo, aprendí millones de cosas en aquella "escuela de pobres" a la que llaman centro de menores. Al cumplir los 18 y salir de aquel centro, me disponía a llevar un vida decente y honrada, así que busque un trabajo con el que poder ganarme la vida.
Encontré la ayuda de una familia que me ofreció trabajo como sirvienta en su residencia, debía encargarme del cuidado de la casa y de los hijos de los dueños. Uno de los hijos de los dueños, ya mayor de edad, acudía de vez en cuando a visitar a su hermano pequeño, del que yo me encargaba. Un día como otro cualquiera, el hijo mayor estaba en casa y de repente se acercó a mi con actitud amenazante y sin darme cuenta, se abalanzó sobre mi, y a la fuerza se aprovechó de mi.
Después de esto, sentí que todos mis esfuerzos por encaminar mi vida se echaron a perder. Nunca me había sentido tan mal en mi vida, a pesar de todo lo que sufrí en mi infancia y adolescencia.
Ya no tenia caso seguir con esto, ya había pasado suficiente sufrimiento y era hora de vivir y descansar en paz.
Te escribo esto a ti buen amigo, el único que me entendía en aquella "escuela de pobres".
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